miércoles, 25 de marzo de 2015

26 de marzo de 1999.

Tenía 31 años en aquel momento, aún tenía dientes creo, y mis hijos estaban creciendo, estaba casado y trabajando.

El 23 de marzo de ese año el mataban en un atentado al Vicepresidente de la República del Paraguay Dr. Argaña, fue todo muy rápido y por sobre todo muy triste lo que sucedió a partir de ese momento. En cuestión de horas todas las radios y canales del mundo difundían la noticia de lo acontecido en esta tierra y que más tarde empañaría con más sangre y más luto a este sufrido pueblo, seguramente maldecido por algún dios hijo de puta del universo.

Con el correr de las horas un grupo de seguidores del asesinado vicepresidente se reunía frente al nosocomio primeramente y luego frente al congreso a pedir justicia y encontrar a los culpables de tan lamentable hecho, era fácil de encontrarlos estaban en el poder. El principal autor moral e intelectual estaba en libertad un tal Lino Oviedo, hijo de mil putas si los habrá sobre este planeta, comparado solamente con el mismo cáncer recóndito y estupefacto aún no descubierto quizas, pero, que lo tuvo este país y lo dio de comer, estudiar y lucrar a costillas de cada uno de nosotros.

Así fue que entonces la gente empezó a llegar a las plazas y a pedir el juicio político del presidente en aquel momento Raúl Cubas Grau, una marioneta con plata que no servía nada más que para correr Rallys en el Chaco.

En la noche del 23 de marzo empezaría entonces esa amenaza que hiciera en algún momento de su vida Lino Oviedo: CORRERAN RIOS DE SANGRE. Así empezaron las primeras escaramuzas en la plaza, policías garroteando a su pueblo, radios del oviedismo instando a sus seguidores a matar si es posible periodista, Raúl Melameh pobre payaso de lo indecible era uno de los proponentes de aquella miserabilidad contra la gente.  

Llegó entonces el día de los francotiradores encubiertos por la misma policía, algunos civiles fanáticos de la tiranía tiraban a mansalva hacia la gente, fueron filmados inclusive y la noche se tiño de rojo sangre por el piso, por los árboles, por las paredes, por las camisas, por las banderas, por la vida.

Pero las peores manchas quedan aun en mi corazón y me siento mal cada vez que lo recuerdo, porqué no hice nada más para merecer el respeto de los que cayeron en esa fatídica noche, en nombre de la libertad y de la democracia de nuestro pueblo. Solo me atrevo a escribir esto para que no nos olvidemos que debemos exigir justicia sobre estos lamentables hechos impulsados por la sed de poder, por la corrupción, por todo.

Está demás decir que le tarado murió como merecía morir; DESAPARECIENDO EN EL AIRE.

Mis respetos y saludos a todos los familiares de estos héroes:
José Miguel Zarza Caballero. Tenía 25 años de edad. Estudiaba el tercer año de Ciencias Contables en la Universidad Católica.

Armando Daniel Espinoza Cardozo. Tenía 36 años. Analista de sistemas y máster en Informática
Manfred Stark González. Tenía 28 años.Fue presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Católica.

Víctor Hugo Molas Gini. Tenía 37 años. Militante del Partido Liberal. Trabajaba como un emprendedor microempresario.

Henry David Díaz Bernal. Tenía 20 años. Estudiante de Informática, trabajaba como auxiliar de un estudio de Ingeniería y era miembro del Centro Familiar de Adoración Cristiana.

Cristóbal Espínola Cardozo. Tenía 35 años. Campesino, oriundo de un asentamiento rural en la zona de J. Eulogio Estigarribia, Caaguazú.  Llegó a la capital, acompañando la marcha campesina. 

Tomás Rojas. Tenía 29 años. Oriundo de Concepción. Fue herido en la cabeza por una bala disparada por francotiradores. Falleció el 9 de abril en el Hospital de IPS.

Arnaldo Paredes, un joven que también fue víctima, falleció un año después en un hospital de Brasil, como consecuencia de las heridas recibidas en la plaza, que agravaron su estado de salud. "¡A pesar de todo valió la pena!", exclamó con la V de la victoria al volver de una larga internación en São Paulo, abrazado a su bandera. 

Pd: No teniamos Facebook y menos Twitter, la gente salió a las calles sin ninguna condición más que la de defender la libertad y la democracia.


Hasta luego.

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