Una
noche cualquiera, allá por quién sabe qué año, llegó a la tribu
un personaje que dejó marcado a fuego el día de las fiestas de San
Juan, por cierto el tipo se llamaba luego Juan. Llegó medio choborra
y argel al mango, al sentarse alrededor de la fogata y ante la atenta
mala mirada del cacique de turno, empezó a putear en todos los
idiomas – le rechazaron la idea que tenía - el jefe le dijo
que pase por administración, donde una joven y apuesta indiecita de
pies descalzos y uñas pintadas en tres colores pantones, le dio su
liquidación, entrando en cólera y colerón el amigo Juan, agarró
el abatisoka y le metió un fuertísimo golpe al kambuchí del jefe,
que se partió en mil pedazos y dejo caer al suelo una partida de
espejitos de diversos kilates, esto ocasionó un descontrol en toda
la indiada y empezaron a gatear por el piso en busca del vil metal
(?), no contento con eso, se apoderó de la paila de la jefa de
cocina y le metió un jeherei de padre y señor nuestro, luego se
acercó a la fogata y el loco le hizo un tata ari yehasa!!! estaba
totalmente fuera de sí, y es por eso que esa noche Juan dijo que si;
“le bochaban una idea más sería toda una fiesta”, lo de San no
me pregunten, creo que eso un agregado del cliente.
Hasta siempre
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